lunes, julio 21, 2008

Un poema de Javier Egea


Eran tiempos muy duros. No era fácil vivir.

Por eso madrugué por los despachos,
volví mañana, les expuse el caso
y conseguí un empleo para ella:
tras mirarla a los ojos -al menos eso dijo-
le entregaron la llave más preciada,
pusieron a su cargo el alumbrado.

Yo hice lo que pude, lo que en mi mano estaba.

Y no la he vuelto a ver:
aquella misma noche me cortaron la luz.


Ya he puesto por aquí otros poema de Javier Egea, de este magnífico Paseo de los tristes (enlace + enlace)

Hace un año y dos días: Páginas amarillas (III): cardiólogo, costurera, disgustado, durmiente (el bello)

Hace un año y un día: Jordi Villaronga y Jahel Villaronga + Stand by, de Extremoduro


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1 comentario:

Manuel Márquez dijo...

Llegando tan tarde, compa Enrique, pensaba que sería el último, pero, sorprendentemente, compruebo que soy el primero... ¿El poema? Muy propio para estos tiempos "críticos", vaya... Y calurosos, también.

Un fuerte abrazo, y feliz semana.

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