miércoles, octubre 15, 2008

Sobre la felicidad y la música, a propósito de Next year in Zion, de Herman Dune (2008)


Como en los bisontes de las pinturas rupestres, a veces, cuando pienso en el origen primero de la música siempre me pregunto si fue el miedo o la alegría lo que llevó al hombre a cantar, si estaba celebrando o temiendo cuando garabeteó de rojizo la pared húmeda de una cueva.

Pienso ahora en la celebración, en lo amabilidad como actitud, como tela para el alma, en esa canción que te eleva un palmo del suelo, en el poema al que uno vuelve cuando todo carece de sentido. Como un hijo, como el amor, como la muerte y, claro, como la vida, pienso en todo aquéllo que puede hacerte reír y llorar a un tiempo. Se dice más castizamente: las risas de hoy son lágrimas mañana y viceversa. Pero no es eso, no es sólo eso.

Uno, con los años, y sin darse cuenta, comienza a apostar por músicas que celebren, que señalen la alegría y que se alegren, que sean amables, que pacten con todo lo que hay de luz, sin olvidar las sombras.

Me gusta un subrayado de dicha, de algo que me recuerde -cuando se me olvida- que he visto hace unos días el sol reflejándose sobre el Mediterráneo, que he sentido el calor mientras miraba afuera una tormenta desatada y furiosa, que he oído la cerradura mientras introducía la llave y dejaba afuera un día de locos, pero cumplido, que la luz de la lámpara, al final del día, es la confirmación de un orden exacto y hermoso que me da fuerzas y me ayuda y me hace feliz.

Y en estas que me topo con una obra maestra como este Next year in Zion, de Herman Dune, recién publicado, y sé que va a dar muchas vueltas en mi coche, que lo llevaré conmigo un largo tiempo, y que volveré, que buscaré su amabilidad, su ternura y esa forma de decir -como en voz baja- de lo que es absolutamente auténtico y demoledor.

Herman Dune es un dúo francés (antes trío), que en este trabajo hacen un recorrido -ideal- por músicas y texturas de esas melodías que llevamos en el subconsciente. Inclinados por el folk de inspiración americano, da igual como queramos catalogarlo. Asistimos aquí a doce temazos, que vienen desde un más allá que conocemos y van hacia un hasta siempre que estará con nosotros, a nuestro, lado, dándonos calor y luz, consuelo, ropas secas tras la tormenta.

Dejo sólo un tema: My babe is afraid of sharks, porque es tan delicioso, tan delicado, que basta con él. My baby tiene miedo de la oscuridad (del fuego, de los extraños, de los tiburones, de los coches) porque dice que está llena de monstruos (...); ahora my baby ya nunca tiene miedo de la oscuridad. Ven aquí un minuto; abrázame fuerte y llévame a un lugar seguro. Niños, niñas, preparen los pañuelos.

Subo el archivo de audio para el que quiera conservarlo, pongo un vídeo que he tenido que subir yo mismo -el primero-, con la carátula estática del disco, y una versión -genial- en directo. En este otro enlace de youtube se puede oír otro tema del disco: My home is nowhere without you (enlace) Tampoco deben perderse -de discos anteriores- este I wish that I could see you soon (enlace). Y eso sí, queridos niños y niñas: háganme caso: no se queden sin este disco (lo iré subiendo poco a poco).

(Y a todo esto, me pregunto si no será el origen de todo, el fin de todo, como esta canción, en la que se pronuncia el miedo y se borra el miedo. Tal vez como en los antídotos al veneno, que son el mismo veneno, en otra proporción, así la música y el arte: decir el miedo y borrarlo de un golpe, pronunciar la sombra de la dicha, la dicha de la sombra. No sé.)

Herman Dune: My baby is afraid of sharks






Hace un año:Exploradores del abismo, de Enrique Vila-Matas

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4 comentarios:

Anónimo dijo...

Has expresado en pocas palabras lo que siento con determinadas múcicas. Aunque para mi la música creo que nació en momentos de alegría, aunque a veces cuando sientes una canción te haga llorar por los momentos que viví cuando la oí. Es curioso esa sensación al cerrar la puerta después de un día de trabajo. La misma sensación sentía yo cuando por las noches cerraba el seguro y estábamos los cinco dentro después de una jornada larga.Por cierto me ha gustado la mùsica que nos has regalado hoy,cosa rara en mi. Un beso.Mam.

Anónimo dijo...

No me quedare con las ganas de hacer comentario al principito ya que no pude en su momento: "CAPULLO".
La pena y por desgracia es que existen.Como el "CAPULLO" del BICHO.Le iba a dar cariño?Mas le hubiera llamado yo.Ahora... esta gracioso..
Me gusta la musica de hoy.Aunque me gustaria mas seguro estando en el concierto en directo.No todo va a ser critica ñao.
Besitos

Miriam G. dijo...

Yo creo que para lo primero que se tuvo que utilizar la música es para llamemosle "rezar" un tema espiritual y tal.

Un beso, Miriam G.

Anónimo dijo...

¿no le quieres hacer un regalo a tu hermana por su maternidad? traele algún disco, q se yo q ahora de baja tiene tiempo para escuchar musica (es una de las pocas cosas compatibles con la crianza del enano). un beso. Cuti

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